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Ganando la lucha contra el suicidio


En Agosto de 2012 la Organización Mundial de la Salud declaró: “En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial”.

Esta afirmación, basada en datos documentados, sirvió como llamado de atención sobre la necesidad de políticas públicas para abordar el problema del suicidio que, según el mismo documento de la OMS, representaba el 1,8% de la mortandad total; pero a su vez generó un estado de alarma y desánimo en muchas personas y organizaciones comprometidas con la prevención del suicidio: ¿Estamos perdiendo en la lucha contra el suicidio?

Estas y otras declaraciones alarmistas basadas en los mismos registros fueron puestas en duda por varios investigadores que cuestionaron la fiabilidad de los datos en que se sustentan. De hecho, la propia OMS en otro documento emitido seis años después (Agosto de 2018) cuestiona la calidad de los datos y reconoce que solo 60 estados miembros cuentan con registros civiles con registros confiables sobre el suicidio.

Steven Pinker, en su libro En defensa de la ilustración cuestiona la idea de que el suicidio esté aumentando en el mundo basándose en los datos de países con estadísticas más confiables. ¿Cuál es la realidad entonces? ¿El suicidio aumentó en el mundo o no lo hizo? Posiblemente, nunca lo sabremos; al menos respecto a décadas pasadas. El suicidio siempre ha sido un tema tabú, visto como pecaminoso, indigno, vergonzoso y hasta ilegal en muchas culturas. No es raro que muchas muertes por suicidio se oculten adrede o resulte difícil determinar la intencionalidad del acto, quedando en las estadísticas como accidentes o muertes dudosas, por ejemplo, paro cardíaco sin especificar las causas del mismo.

Posiblemente, esto ocurriera con más frecuencia en el pasado, aunque la OMS reconoce que las tasas de suicidio siguen estando subestimadas en la actualidad. Al menos una parte del aumento de las tasas de suicidio denunciado por la OMS en 2012 puede deberse al blanqueo de estos suicidios ocultos.

Contar con datos fiables es condición necesaria a la hora de establecer políticas públicas de prevención de suicidio y es una guía necesaria para las organizaciones que se dedican a la prevención del suicidio. Seguramente, los datos de los que disponemos en los últimos años son mucho más confiables que los de décadas pasadas.

En base a esta información más segura los países miembros de la OMS se comprometieron a trabajar para reducir la tasa de suicidios en un 10% entre 2013 y 2020.

La buena noticia es que lo estamos logrando. Tomando los datos más fidedignos de los últimos años recogidos por el Banco Mundial , la tasa de suicidios en el mundo se redujo 17% en 16 años (desde 2000 a 2016), y es esperable que esta tendencia continúe.

Aún escuchamos noticias alarmantes, como que la tasa de suicidios aumentó un 24% en Estados Unidos durante el mismo período, pero por otra parte, hay muchísimos países, incluso el nuestro, donde la tasa de suicidios está bajando.

Sabemos que las estadísticas no le sirven para aliviar su dolor a las personas que han perdido a un ser querido por causa de suicidio, pero una reducción del 17% de los suicidios en el mundo representa que más de cien mil muertes cada año pudieron ser evitadas, con todo el sufrimiento que hubieran causado en familiares y amigos, y nos indica a quienes trabajamos en la prevención del suicidio que no todo está mal.

Es cierto que los estados nacionales en muchos países como el nuestro siguen estando casi ausentes en la prevención del suicidio. También es verdad que nuestra sociedad se está volviendo más individualista privando a muchas personas de una red de contención necesaria. Pero se ha avanzado bastante y en muchos países en la reducción de factores de riesgo como la pobreza extrema, la discriminación y la privación de los derechos individuales; mientras que la enfermedad mental y el suicidio siguen siendo temas tabú, aunque de a poco están siendo más aceptados; cada vez más personas toman consciencia de los peligros de la soledad y la necesidad de lograr un trato amable basado en la escucha y la tolerancia. Todos estos cambios sociales fueron casi siempre impulsados o liderados por las organizaciones de la sociedad civil, especialmente, las asociaciones que brindan asistencia directa a personas como el Centro de Asistencia al Suicida buenos Aires.

Un mundo mejor es posible, pero debemos trabajar para construirlo. Debemos exigirle al Estado datos más fiables, políticas públicas para la prevención del suicidio y asistencia efectiva en emergencias y salud mental; pero no debemos olvidar que el cambio siempre viene desde abajo. Los individuos y las organizaciones de la sociedad civil debemos promover los valores en los que creemos y actuar en consecuencia. Tenemos que reconstruir redes de contención social para que nadie se sienta excluido y todo aquel que lo necesite pueda encontrar escucha, comprensión y afecto, por empezar, entre las personas más cercanas, y también en las instituciones públicas y comunitarias, como lo hacemos desde nuestra Línea de Asistencia al Suicida.

El desafío es cambiar nuestras prácticas de convivencia para que el suicidio no encuentre lugar en nuestras comunidades. Sabemos que no es fácil, pero podemos hacerlo. Ya lo estamos haciendo.

 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.


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