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El caso de Arrecifes: ¿Qué podemos hacer frente a una cadena de suicidios?


El suicidio de una sola persona, además de ser una tragedia, nos deja siempre con más preguntas que respuestas. Resulta imposible descifrar la compleja trama de circunstancias, pensamientos y emociones que llevan a alguien a cometer suicidio. Debemos aprender a respetar ese misterio. Pero cuando en una ciudad pequeña como Arrecifes ocurren 10 suicidios en 2 meses es imperioso entender lo que está sucediendo para orientar las medidas de prevención.

Los especialistas nos hablan de los procesos de identificación e imitación, y en función de esto nos recomiendan evitar la difusión sensacionalista de los casos de suicidio; especialmente no hacer comentarios innecesarios sobre métodos utilizados, las supuestas causas que llevaron a una decisión tan drástica, las circunstancias que rodearon el hecho o cualquier otro detalle que pudiera llevar a alguien más a sentirse identificado con el difunto o a imitar sus acciones. Estas pautas que en otra época iban dirigidas a los medios masivos de comunicación, hoy en día, con el crecimiento de las redes sociales y los servicios de mensajería, son aplicables toda la población. De hecho, en la comunicación de los casos de Arrecifes tuvo mucha incidencia el uso del servicio de WhatsApp entre particulares. Por eso todos debemos cuidar los contenidos que compartimos.

En el mismo orden, también es útil alejar los objetos que pudieran ser usados en el acto suicida. Es importante saber que el impulso suicida suele durar poco tiempo, por lo que cada minuto que demore la persona en llevarlo a cabo es una oportunidad más para reflexionar sobre sus posibles alternativas o para encontrar asistencia efectiva.

La duda que podría surgir de estas recomendaciones es si es conveniente hablar sobre el suicidio; después de todo, no queremos meter ideas ni facilitar las cosas a alguien; sin embargo, el fenómeno del suicidio no funciona así. Si bien es innegable la incidencia de la identificación y la imitación como disparadores, precipitando en algunos casos al acto suicida. Esto es solo la parte más visible de un proceso complejo que el suicida recorre casi siempre en soledad. Las ideas de suicidio ya están en el pensamiento de muchas personas. Hablar de ello en forma responsable no les "da" ninguna idea nueva a quienes ya están transitando este proceso, muy por el contrario, puede representar una oportunidad para contar lo que les está pasando y buscar ayuda.

Experiencias realizadas en comunidades que han sufrido suicidios en cadena demuestran que hablar sobre los pensamientos suicidas en forma individual o grupal es una herramienta efectiva para la prevención. Frente a una tragedia de semejantes proporciones no podemos quedarnos de brazos cruzados; algo hay que hacer. Visibilizar el suicidio y formar conciencia sobre las medidas de prevención y sobre la necesidad de pedir y brindar ayuda es el primer paso.

Hablar sobre lo que nos pasa y generar espacios de escucha respetuosa y contenedora para que otros lo hagan sigue siendo, incluso en estos casos, la principal herramienta en la prevención del suicidio. Por eso, los padres en los hogares, los docentes en la escuela y todos, cada uno de los grupos en los que interactúa, debemos generar vínculos de confianza mutua, observar a quienes tenemos cerca y cuando lo creamos pertinente, buscar el lugar apropiado para preguntar sin miedo a la respuesta que nos den: “¿Qué te anda pasando?”. En una comunidad donde cada uno se preocupa por el otro, seguramente, el suicidio sería menos frecuente.

 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.

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